Miley Está Pasando

¡Dios salve a MILEY CYRUS! Madrid, 18 de junio del 2014.

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Súper a favor de Miley. No puedo decir otra cosa porque el concierto del otro día en el Palacio de los Deportes de Madrid me ha encantado. Es lo menos que se podría esperar de una niña Disney tras haberse puesto ciega de drogas. Y para que no quede ninguna duda, va y se marca una versión de “Lucy in the sky with diamonds”. Sí, la oda al L.S.D. escrita por The Beatles y que acaba de grabar con otros magos lisérgicos, The Flaming Lips.

Parece que Miley también quiere gustar a los indies. Bueno, también se hizo otra de Lana del
Rey pero ya no tengo claro si Lana es indie o mainstream. Claro, que a veces también quiere
ser punk, como por ejemplo cuando coge una botella de agua y se la escupe a las primeras
filas. Ya sabes, está en esa época de su vida en la que no tiene nada claro y ya solo por eso la
amamos.

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Del escenario multi-plataforma no para de subir y bajar tantas veces de ascensores y
elevadores que la gira podría estar patrocinada por Otis. Aparece y desaparece, como su
banda, en multitud de ocasiones, y casi siempre, semi desnuda, con bodies y bañadores de
todos los estilos, algunos de ellos diseñados para la ocasión por Roberto Cavalli. No deja de
tener su mérito estar dos horas sobre el escenario con esas micro prendas sin enseñar un
labio.

Las súper pantallas, increíbles, por supuesto. La principal, gigantesca, de las más grandes que
se han usado hasta el momento en giras internacionales. Y las proyecciones, maravillosas, con
toda la cultura pop que puede enloquecer a un adolescente, con continuas referencias al
pasado infantil y aniñado repleto de peluches Disney, con guiños a la cultura de los
videojuegos, y con las habituales procacidades escabrosas y sexuales a las que nos tiene
acostumbrados. Sale en varias ocasiones completamente desnuda de espaldas. No es que haya
roto con Hanna Montana, es que le ha metido una bomba de napal en la vagina y se ha
quedado más ancha que larga mientras se fuma un peta. No me extraña que los padres de
medio mundo sigan en shock.

Las bailarinas, pues estupendas, sin parar de hacer twerking, y sin que faltara la enana que le
acompaña en sus últimas apariciones. Realmente a Miley lo que le gusta es montar el circo.

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Y como toda perra, ella también ama a los perros: en mitad del concierto se saca un Alaskan
Klee Kai hinchable gigante como homenaje a su recientemente fallecido Floyd. Y cuando digo
gigante es porque era el hinchable más grande que he visto nunca en un concierto, ocupando
prácticamente todo el escenario y de la misma altura que la pantalla principal. Hay que decir
que le sacaron todo el partido posible, proyectando sobre él unas luces increíbles que
consiguieron un efecto aún más hipnótico. ¿Todavía no había dicho que la cosa iba de
drogas???????????

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Otro de los mejores momentos es cuando las cámaras invitan a que el público se bese
mientras ella canta “Adore you”, y hala, las lenguas adolescentes de las primeras filas se
entrelazaron lúbricamente sin prejuicios sexuales. Eso sí, los besos entre heterosexuales
quedaron en una proporción de tan solo el 20%, ganando por mayoría los besos lésbicos. Son
edades para experimentar, y Miley anima a todos a hacerlo tan gráficamente como puede,
simulando varias veces cómo hacer una buena felación.

El fin de fiesta, con ella sobrevolando al público sobre un lúbrico perrito caliente, anticipó la
llegada de los dos jitazos, “We can’t stop” y Wrecking ball”. Con esta última se agradeció que
no se abusara de efectos ni de grandes montajes, para que toda la atención estuviera solo
puesta en la canción y en su interpretación, que fue estupenda en todo momento porque…, sí,
Miley canta muy bien y además tiene una voz preciosa. Créeme, de verdad, que no es coña.

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Si a esto añadimos que, al salir, tuvimos la gran suerte de poder ver como Belén Esteban
gritaba “¡Andrea!!!!” para reencontrarse con su hija: ¿podría haber sido más perfecta la
noche? Pues mira, no.

Por: Javier Lorbada
@jlorbada

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