POST GRANJERO BUSCA ESPOSA. Episodio 5, el ciber-caos

31/10/2011
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Semana ajetreada. Al final una mezcla de pereza e hiperactividad extra-granjeril han hecho que vea el Episodio 5 con bastante retraso. Ayer lo vi y bueno, me pareció un caos. Terminé de verlo y no me inspiró como otras veces. Me pareció corto y chocante. Me despistó. ¿Por qué estaba Vivi celosa de repente? ¿Por qué Jonathan falló? ¿Por qué Gloria y Elo son amigas? Cuanto despiste, cuanta pregunta extraña. Demasiados cabos sin atar, demasiados cambios repentinos.  Ayer por la noche decidí que aunque tarde, bien merece una crónica si con ella aprovecho para ordenar el caos que viven las granjas actualmente. La esperada entrada de las cibernovias a las granjas ha sido eso, un caos. Después de los esperados y sorprendentes abandonos de la semana anterior, de que en algunas granjas no pase nada y que en otras se estén matando; la incursión de las necesarias ciberpunks no ha hecho más que agrandar el desorden. Pese a ello, hubo momentos escatológicamente memorables e escenas de celos que bien merecen un aplauso. Pasemos pues a analizar el desconcierto granjero, la anarquía en las granjas y de paso mi embrollo mental.

Gustavinho y su ANXIETY FARM
Shock! Sigue la pesadilla de la trashumancia en la granja que más ansiedad provoca. Las duras imágenes de la peregrinación, la durísima operación rescate de las cabras anarquistas, y la inexplicable y masoca vuelta de Vanesa han convertido a esta granja en Villa-Marrón. Todo en esta granja pesa, todo en esta granja supura pesadez e incomodidad. Primero, como comentaba, vuelve la chica derrotada. No contenta con haber sido vencida por KO ha decidido volver para conquistar a un Gustavo que ya es brasileiro. ¿Por qué? ¿Por qué lo ha hecho? Sólo tiene una explicación y es porque es una demente, su cabeza no funciona y ha visto en el rechazo frontal y en la humillada constante un halo de esperanza. Mal, muy mal. Además no puedes volver para conquistar a tu granjero y la misma noche ponerte ese pijama de la Pantera Rosa, un picardías quizás pero el pijama de la Pantera Rosa es un error histórico, una estrategia que no funcionaría ni con el gorrino de Jonathan. El resultado fue el esperado, pasotismo, rechazo y reproches. A este revulsivo inesperado tenemos que añadir una Cristina do Brasil enfurecida, asqueada y cerrada en banda al capricho psycho de Vanesa (hace bien, por cierto) y una pobre cibernovia que eligió el peor momento posible para aparecer en escena. El resultado: MAL ROLLAZO. Un mal rollo de esos que no sabes dónde meterte, como una metida de pata hasta el fondo, como cuando presencias una escena de celos ajena, un bajón del copón. La cena final, con ese silencio sepulcral roto por la sinfonía de cubiertos chocando unos contra los otros fue un momento muy “de autor”, una crudeza que en la televisión yo sólo había visto en las familias desesperadas por sus hijos delincuentes en “Hermano Mayor” y en los reportajes de desahucios y asesinatos injustos. Una incomodidad que infectó a todos los espectadores, que traspasó la pantalla Ahora que parece que ha terminado el trasiego de cabras, estaremos atentos a los progresos de Villa-Marrón. Y no desesperemos, hay luz, quizás Vanesa se despierte bella y positiva y conquiste al Granjero, quizás Cristina enloquezca y aniquile a Vanesa en directo, o quizás Gustavo caiga rendido a los encantos de la nueva pretendienta. Sólo así, repito, sólo así, la Granja verá la luz.
Magic César
Pasan los programas y me doy cuenta de que mi héroe es el gran César. Su excelente humor para capear el presente, sus chistosos movimientos y su ilusión por la vida me contagian. Es un personaje de película de risa, de esos que enseguida conquista al espectador, un clásico recurso del humor, un as en la manga de esos que ponen Peter Sellers y Judd Appatow en sus peliculones. Como torea a sus chicas, cómo reacciona a la locura de Elo, como plantea las conversaciones y como el humor reina su existencia, teniendo en cuenta el panorama, es digno de agradecer como espectador y una demostración más de inteligencia. Si vas a un programa de estos, ¿por qué permitir que tu granja se convierta en un infierno como la de Gustavinho? ¿Por qué permitir que te humillen como a Melendi? ¿Por qué comportarte como si nada como el andaluz? Para mí, la posición más inteligente es la alegría, es César. Por lo demás no pasó mucho, Elo reconoció con simpatía su bipolaridad, Gloria se mostró graciosa invadida por los celos y ambas formaron un tándem la mar de gracioso en modo amigas. Su alianza, que César una vez más se tomó con humor, fue eso, muy cómica.  
“Déjame Melendi”
Vivi, eres mala. Después de tres programas en los que sólo te ha faltado abofetear y escupir a Melendi vas y te pones celosa. Eres la nueva Elo, no es justo. Entiendo que vivir en una rulot, dormir con un matamoscas por seguridad y alimentarse de sándwiches mixtos y Fanta sin gas altere pero Melendi no se merece eso. Si, Vivi sigue en sus trece humillando pero ahora sintiéndose incomprensiblemente celosa ante la llegada de una cibernovia que se queja por todo. Y pobre, llegar, ser recibida con ataques incontrolados de celos y tener que dormir en un trozo de sillón de una caravana sucia y mugrienta no es precisamente un subidón. La rulot de Melendi empieza a dar miedo, ya no por la aglomeración de féminas sino por su desorden yonquil. Parece un coche de yonqui de esos que salen en Callejeros, una kunda ejemplar, una colmena de desorden plagada de moscas incómodas tan fuertes como las cucarachas. Vanesa con matamoscas en mano confesó que se pasó una noche entera quitándose  garrapatas. Sólo de pensarlo me pica el cuerpo.
Mientras tanto Melendi recupera sus constantes vitales, se muestra cada vez más dialogante incluso reconoce que Vivi “se mete conmigo bastante”.Compra un ramo de flores polémico a su cibernovia, otro a Vivi y Vanesa que casi le escupen y en un intento de conciliar la paz propone una cena que acaba incompresiblemente en drama por los celos de Vivi, la misma que ha confesado que Melendi le da asco. Vanesa, que hasta ahora se ha mantenido en un segundo plano ha sacado pecho y se une a Vivi en el acoso a Melendi. Ambas, que cada vez se muestran más cercanas, para huir de la rulot y de Melendi se fueron a una feria muy chula y parece que lo pasaron bien, ganaron un peluche de “Los Increíbles” falso y dio la sensación de que las dos se habían equivocado de granjero, la tristeza se podía leer en sus caras. Melendi, que se puso guapo con naúticos bicolor para recibir a la cibernovia, se lo está currando ajeno al asco que le tienen.  Afortunadamente su constitución robótica hace que no sufra demasiado y con su sonrisa mitad asesino en serie mitad panoli asiste impasible al paso de los días. Por cierto, quiero que salga más el dueño de la floristería, en este Granjero hay secundarios de auténtico lujo y el florista es uno de ellos.
Y por último resaltar el plano “indi” de la semana, ese en el que se ve la puerta del baño cerrándose y abriéndose porque no encaja con un Melendi de fondo mirando al infinito. Memorable señal de que todas esas novias huirán de la granja no sin antes destrozar una y otra vez a un inocente Melendi.
Andabluff.
Buff, ni la aparición de la bella Yuna ha alterado el comportamiento vegetal del andaluz. Creo que empiezo a entender a este tipo: se la pela tener a tres mujeres en su casa. Su imagen durmiéndose mientras las chicas se insinúan, le masajean la entrepierna y le sueltan indirectas directas lo dice todo, Luis es un ceporro. Luis se ha tocado los cojones toda su vida, es tal su pasotismo, su poca ilusión por los detalles que es incapaz de reaccionar y disfrutar con nada que no esté relacionado con caballos. Su vida es ver la vida pasar, que no está mal pero en su caso da pena. Una curiosidad, ¿de qué será ese tatuaje que luce en su brazo? ¿será gay como apuntan sus pretendientas?
“Tordesillas sin novedad, hasta luego”
Según lo que cuentan los rumores y los comentaristas de este blog, por lo que parece Teresa, la epiléptica, mintió al programa. Omitió que le daban calambres en el cerebro y eso está en contra de las leyes del show, lo de entrar con una enfermedad digo. El día anterior a la invitación a marcharse que tantas ampollas nos provocó a todos le dio un patatús de tanta emoción y un ataque epiléptico la mandó al hospital. Por eso Román dijo lo de “lo primero es la salud” y es que imagínense que vas a un concurso, eliges a una posible mujer y el segundo día le da un yuyu bestial. Acojone como mínimo. Pues bueno, ahí queda eso. Pese a esto, después de la sorprendente y diabólica actuación de la semana pasada Román ha vuelto a las andadas. La sobrada fue un espejismo. Román ha vuelto a ser Román, ese hombre que duda constantemente, que se atasca al hablar y que le cuesta hilar más de siete palabras. “Soy un hombre de pocas palabras” comenta el granjero y sí, es un hombre poco habituado a tratar con hembras humanas, tanto, que en el episodio de ayer me puso hasta nervioso. Dice cosas muy extrañas  como “Vigilar Castilla no vaya a ser que se la lleven los moros” o “orgullosa satisación”. Aparentemente un osito encantador y a medida que pasan los episodios un ser poco cómodo y cada vez más extraño. Debe mejorar. Por lo demás ha entrado Nika, una jovenzuela pizpireta y habladora que guarda un asombroso parecido con la cantante de un grupo de culto de los 2000 que se llamaba La Monja Enana. Y es que Nika es un poco tonti-pop, sonríe sin parar, habla con diminutivos y parece una niña encerrada en un cuerpo maduro. La llegada de Nika ha dado algo de emoción a la granja por su vivacidad, porque va a saco por Romaní y porque ha puesto en pie de guerra a Yessica que se ha tomado su aparición como un desafío. La cena con la música de “El hombre y la tierra” y esa sucesión de planos de Nika sonriendo en plan zorra y Yessica en modo feroz y hablando de orinar y marcar el terreno
fue enorme, parecía un ritual de preparación a la lucha de unos ñus cabreados. Una tensa comida que acabó con premio de osito de peluche cortesía del restaurante. En este episodio me he dado cuenta de que esta granja es medio bluf y de lo mucho que me gusta el hit “¿Quién es ese hombre? del culebrón “Pasión de Gavilanes”. Por cierto, ¿de quién es la versión que sonó de “Love is in the Air” en plan cañí?
Johnny Gatillazo.
Bravo. Ya saben de mi fanatismo por esta granja. Sabía que no me iba a defraudar y no lo hizo. La grasienta granja del fantasma de Jonathan, quieran o no, es lo más entretenido de esta temporada. Entretenimiento oscuro, tan duro como ver un Callejeros de esos con gente que vive aterrorizada por sus vecinos. No sé si eso dice mucho a favor del show pero creo que esta loca granja está alcanzando el nivel de otras granjas chaladas históricas como las de los Vitis o la caverna de Guillamet. El mal rollo sigue reinando, de las broncas hemos pasado a los gritos y las amenazas. Elisabeth y Rebecca se odian a muerte. Además entra Betsaida la cibernovia, mucho más inexacta de lo que habíamos intuido, extraña como un cuadro de Picasso en un mal día y desconcertante por sus comentarios y su descaro. Sí, es descarada, tiene cara de mueca y parece El Fary comiendo un limón, no se sienta en el verde, no le gusta el estiércol y no le gusta pasear por un camino de carretera de pueblo de toda la vida, además tiene un Porsche 1.8 Turbo pero quiere el modelo nuevo y según ella tiene una granja de 11 mil hectáreas. Por si fuera poco dice que Jonathan no le interesa “no merece mi atención ni un pizco” y se ha enamorado del también inexacto hermano de Jonathan, que es igual que él, sin la cicatriz y más primitivo. La perfecta mezcla de Johnny y de Poli Diaz. La verdad, hacen buena pareja. Este spin-off no hace más que reforzar el poderío de esta granja.
Y luego está Jonathángano que lució una camiseta que rezaba “Soy Jonathan el granjero y me encanta el sexo” y reconoció que tenía el hidraúlico como un caballo, muy gráfico todo. Pues sí, sabíamos que le encantaba el sexo y por fin en este episodio lo hemos visto en plena faena con Elisabeth, que mucho habla pero luego es la primera que se mete en el catre con él. Después de oír lo del caballo y a Jonathan hablando de sexo sin parar todo nos esperábamos, como mínimo, un empalamiento brutal, desmayos y gritos y un Jonathan multi-orgasmatrón dejando seca a Eli. ¿Y qué pasó?: un gatillazo histórico, esto es, empiezan a tocarse y Jonathan se va antes de tiempo. “Vaya mierda, esto es un desastre y encima te huelen los pies” fue la enorme frase de Elisabeth, una descirpción terrorífica de lo que pasó debajo de esas sábanas. No sigo describiendo la escena porque se me revuelven las tripas y estoy malo pero vamos, que ríete tú de las escenas más tórridas de Gran Hermano. Lo mejor sin duda, fue el día siguiente,  con un Jonathan fardando delante de sus amigos bizcos en un Rally de coches. Bajo un ruido insufrible de coches,  Jonathan afirmó que  “en media hora dos y sin sacarla” versión que choca frontalmente con la orgía de lefa y olor a pies que tuvimos la desgracia de oir. Una cosa está clara, Jonathan sufre de fantasmitis aguda. Es tal su obsesión por el sexo, tal su recreación que yo creo que la lefa le sale por los oídos, de ahí que en  el momento de demostrar todos esos comentarios grotescos pues no funcione. Lo mejor, la cara de orgullo del día siguiente de Elisabeth sintiéndose el centro de atención delante de tanto hombre jabalí, como diciendo “si, me lo follé yo y no Rebecca chicos”.  Lo dicho, la granja que no defrauda, la granja más 

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